Al mirar a Angelo a los ojos, una ola de tristeza me invadió. ¿Cómo podría alguien abandonar a esta pobre criatura? Era evidente que había soportado dificultades importantes, su estómago lleno de piedras, causándole un dolor y sufrimiento insoportables durante los últimos cuatro días. Sabíamos que era imperativo actuar rápidamente para salvar su vida.
A pesar de la incertidumbre que rodeaba su condición, estábamos decididos a brindarle a Angelo una oportunidad de luchar. A través de análisis de sangre, ecografías y radiografías, se hizo evidente que la cirugía era la única solución. Quitamos muchas de las piedras, pero Angelo todavía tenía un camino desafiante por delante.
Cuando era un cachorro, ya había soportado más dificultades que las que cualquier animal debería soportar. Sin embargo, fuimos inquebrantables en nuestro compromiso con él. Colmamos a Angelo con amor y cuidado y, poco a poco, empezó a confiar en nosotros. Su comportamiento antes silencioso dio paso a travesuras juguetonas e incluso ladró por primera vez.
Le pusimos el nombre de “Angelo” y presenciar su transformación conmovió nuestros corazones. Pero nuestra misión estaba lejos de estar completa. Necesitábamos vacunarlo y desparasitarlo y al mismo tiempo encontrarle un nuevo hogar lleno de amor donde pudiera recibir la atención que realmente merecía.
El camino de Angelo hacia la recuperación no fue nada fácil, pero sirvió como testimonio de la resiliencia de los animales y la importancia de ofrecerles la oportunidad de una vida mejor. Esperábamos que la historia de Angelo inspirara a otros a abrir sus corazones y hogares a los animales necesitados.